martes, 14 de noviembre de 2017

Un par de chelas

Luego de salir de la pega, me fui una plaza que quedaba cerca. Una que queda en Catedral con San Martín, ni me sé el nombre de la plaza. Siempre a esta hora se llena de escolares, trabajadores de la contru y loquitos flaites que vienen a quemar. Ya eran las 7 y estaba en el ocaso. Se acercaba la noche. Como pude pillé un banco desocupado y me senté a fumar un cigarrito pal relax. Ya en la tercera calada, veo por reojo que se sienta un tipo en el mismo banco, pero en el otro extremo. En mi quinta calada lo miro y el humo del cigarro se me transforma en un calor que entra por la boca y baja hasta mi paquete. Flaite rico por la cresta. Tenía pelo recortadito de color café clarito, así muy corto desde la nuca y un poco más de pelo arriba, parecía futbolista. Las patillas en punta, las cejas no se notaban mucho que estaban depiladas, pero lo estaban, no finas, pero marcadas. Me fijé en eso muy bien y me gustó. Labios gruesos y mordisqueables. La piel trigueña, se veia un cuello bien lisito, sin pelitos, bien afeitado. Para pasarle la lengua y besarlo y darle chupones, pensé. Era muy lindo con ojos color café y unos dientes aperlados perfectos. Para acurrucarse con él y hacerle cariñito y maldades, pensé. 

Mi banca miraba hacia la iglesia así que no tenia ojos que nos vieran desde el otro lado. Lo miro y lo veo armándose uno. Me mira y pensé que me iba a echar la espantá y por el contrario, me mira con una sonrisa aperlada de picarón, de cabro chico maldaoso. Me pregunta si tengo fuego. Claro que tengo fuego. Ya bacán, aguarda, me dice. Ya hermanito, prestame fuego. Toma, y el roce de sus dedos calentitos con mi mano helada me llegó como un impulso eléctrico. Sonrío y hago un sonido de risa con la nariz sin abrir la boca. Qué pasa hermano, me dice. Lo miro, pero sigo con lo que me queda de mi cigarro. 

Lo veo inhalar y mirar hacia arriba mientras aguantaba y lo soltaba. El aroma que me llegó me atrajo más. De buzo apitillao, esos de la U con el borde como fosforescente adidas le marcaba lo redondito y paradito del culito. Se le veia un bultito de pichula flaite que parecia no usar slip sino unos boxers sueltos, o quizás nada. Una polera casi rosada con ese diseño de copia de Armani (reí en mi cabeza). Mi hombría empezaba a crecer al verlo volarse, oler la yerba y verle el paquetito crecer o hasta moverse solo. Su perfume un poco dulcecito me atraía más. Quería zambullir mi cabeza en su paquete y morderlo, comerlo, olerlo, tragármelo por encina del buzo apitillao mientras que con las manos le tocaba el potito y las caluguitas. Que fumara y me dijera sigue chupando hermanito. Me calenté con eso mientras lo miraba también con cara de cabro chico con la maldad en los ojos. 

Me observa mirándolo. Qué wea. me dice, pero no en un tono pesao, sino en un tono fraternal y con una sonrisa coqueta que me encantaba. Cómo está, le pregunto. No responde, solo me pasa el pito sonriendo. Sorprendido por su gesto, inhalo dos veces, y la tercera al aguantar me ardió todo hasta los pulmones y terminé tosiendo. Con risa picarona, me dijo que toser es mejor hermano y te sube más, mientras recibía el pito y continuaba fumando. Donde viví, me preguntó mientras aguantaba el humo. Por acá en el centro, cerca de la U de Chile. Ha, y estudiai ahí? Jaja, no. Vivo cerca de ahí, le repetí. Y tú, le pregunté. Quería saberlo todo, hacerme su amigo y confidente. A lo mejor tenía problemas y yo quería ser quien lo escuchara. Cashai el Plaza Norte?, vivo al frente, al otsro lao e la autopista. Haa, le dije. Y en que andai, seguí preguntando. Puta hermano, ataos con mi pierna. Sin tener que averiguar me siguó contando que le habían contado que la mina se había metido con otro loco en un carrete y que no tenia ganas de volver a la casa todavía. Vivía con ella y su mamá, me dijo. 

Ya me voy pa mi casa, le dije. Solo levantó la cabeza, como despidiéndose. Me fui alejando de él con una sonrisa y una erección. Me iba a poner los audífonos, pero escucho la voz del flaite gritando, oe hermano, oe hermano. Me doy vuelta y venia caminando tras mío, casi corriendo. Toma, me dice y me pasa el encendedor. Al estar de pie, me doy cuenta que no es tan alto como yo. Querí un cigarro le dije mientras le recibía el encendedor. Extrañamente o voladamente nos fuimos caminando juntos por el centro fumando el cigarro. Le veia bailar la pichula dentro del buzo y el culito durito paradito ir de un lado a otro al caminar tras él. En un momento de osadía le pregunté si quería ir a tomarse unas chelas a mi casa. Me dijo ya pero no tomo mucha chela yo. Pasamos a una boti compramos y fuimos a mi depa. Sentia su calor y olor a perfume al caminar juntos, casi sin decir palabra alguna. Se notaba que estaba choreado y quería pasarla bien nomá. Para ser honesto, nunca habría hecho esto por mi mismo, el pito demá que ayudó.  Igual iba con miedo de meter un extraño a mi casa, pero la calentura me ganó. Cómo yo no sabía si me iba a robar, o a pegar. Yo solo iba caliente.

Hoo nítido hermano, que juegos tení, dijo como un niño al ver la Xbox. Ahí están, revísa nomá. Fui a mi pieza, me pude una polera y un short y sali. Ya estaba sentado en el sofa con la cara de monito y la boca abierta mirando la tele y casi odiándolo porque él ignoraba lo rico y excitante que se veia. Me senté junto a él y le dejé la chela en la mesa, ni la tocó. Yo tenía harta sed. Lo vi jugar, pero más que nada lo veía a él. Al jugar se movía y me rozaba la rodilla y los hombros. No se daba cuenta, pero cada roce era un toque caliente, que me trastornaba. No aguantaba. 

Dejo la chela en la mesa de centro y la lata culiá se me cae al suelo. Puta la wea digo, voy a buscar un paño y me agacho pa limpiar. Suerte la mía que al agacharme veo al flaite desde la altura de la rodilla. Está recostado y relajado jugando con la Xbox. Limpio y lo miro. No sé si hace como que no me ve o no quiere verme. En un momento cruzamos miradas. ¿Verá la lascividad en mis ojos, la calentura en mi cara?. Se agarra la pichula como rascandose un coquito que le pica, sigue mirando la pantalla. Se sigue tocando, pero más caliente, como sobajeándose, le veo un bulto cada vez más grande bajo la tela del buzo pitillo. Sigo limpiando, pero no quito la mirada de su cara y de su paquete flaite. Me dice, qué volá hermano. Deja el control al lado, se cruza las manos por la nuca y veo su bulto marcado, apuntándome, como invitándome a comer. Me siento en el piso, él abre más las piernas y me ubico entre sus rodillas. Cierra los ojos, mis manos se mueven solas, meto mis manos bajo el buzo tocando sus pantorrilas peluditas, las toco, siento cada músculo flexionado ofrecerme una invitación a seguir subiendo. Saco las manos bajo el buzo y subo lentamente tocando la tela del buzo latiendo, les tocos sus muslos, esos jamoncitos duritos. Los masajeo sin dejar de mirarle la cara y acercándome más al centro del placer. No me mira, sigue con los ojos cerrados mirando al techo. La calentura la mido, ya que este flaitecito es mi fantasía. Lentamente y como domando a un animal salvaje, sigo amasando sus piernotas, esperando que no me detenga. Me pongo de rodillas y me acerco a su paquete. Mis labios tocan la punta de lo que siento como el pico más rico que saborearé. Encima del buzo mi cara la zambullo en su paquete. Huelo su hombría, mi nariz le mueve el pico de un lado a otro haciendo que crezca guepetamente. Su olor, tenia un poco de olor a pichi, a marihuana, y a su perfume dulzón que usaba. Lo más rico era ese aroma en el pico a como si estuviera recien despertando, no era algo fuerte, pero era embriagador. 

Mis manos ya tenían vida propia. Las metí bajo su polera y les toqué las tetillas, esos botoncitos. Los retorcía, los presionaba, algo de músculo tenía en el pechito. El flaite, que nunca le supe su nombre, gemía. De fondo sonaba solo la tele y el juego que lo tenía entretenido. Cumpliendo la fantasía, bajé mis manos y las puse alrededor de su cintura metiéndolas bajo el buzo. Le susurré, levanta el potito. Así le bajé lentamente el buzo y para mi excitación no usaba slip ni nada. Andaba comando. Al bajarle el buzo, el pico le saltó y le toco el ombligo. Le bajé el buzo hasta la rodilla. Ahora venía algo mejorcito. Usaba unas zapatillas puma blancas, estilo flaite un poco antiguo, casi como de futbolista, no eran fashion. Se las saqué y mi naríz aterrizó en la planta de su pata flaite. Lo olía y le mordisqueaba los deditos. Con una mano le agarraba su pie masculino, con olor fuerte a macho flaite de haber caminado harto; y con la otra mano le tocaba las pantorrillas y lo masajeaba. Él ya había bajado sus manos de la nuca y con una se pajeaba y con la otra se tocaba la tetilla. Me miraba casi sin expresión, con ojos achinados y con la boquita abierta dejando en evidencia que lo disfrutaba. Le saqué el calcetín y chupé cada dedito como si fuera un pico. Me seguía mirando, a lo mejor nunca se lo habían hecho. Me calentaba más pensar en eso. 

Mi boca siguió el curso natural del deseo. Lamía esas piernas con deseo, un poco saladitas y cada pelito lo disfrutaba con su roce en mi cara. Que delicia esos muslos, esos jamoncitos que parecían de futbolistas. Casi completamente lampiños, mi lengua hacía torbeliinos de placer en sus muslos. Lo veía pajearse. Me detengo y lo miro. Me dice agarrándose la pichula, mira, la tengo grande, síono?. Obvio le digo. Era un pico casi de 18 cm, su mano la agarraba apenas, bien gruesa. Tenía recortadito los pendejos, igual de cortitos que su pelo. Lo mejor es que era cabezoncita, se pajeaba corriéndose la piel que la cubría. Su otra mano retorcía el botoncito de su pezón haciéndolo recorre un impulso eléctrico en todo su cuerpo. No tuvo que decir nada más y le saqué la mano de su pichula. Ahora, mis labios la mantenían paradita, mi lengua relamía la base de esta callampa. Con una mano le quité su mano del pezón y empecé a retorcelo yo. Con la otra mano le agarraba esos sacos llenos de leche y los manoseaba con tanto cuidado y cariño. Se notaba que le gustaba, retorcía, gemía, pero se notaba que se restringía. Ya po hermanito, shúpamela que me voy cortao. al decirme eso, casi fui yo el que se va cortao. Mis labios subieron por el tronco del placer hasta la puntita, y veia unas gotitas de placer trasparente que mi lengua no tardó en saborear. No aguanté y me metí el pico de mi nuevo amigo flaite en toda mi boca, lleguó hasta mi garganta, chupando y succionando a la vez. Así, la sentía latir dentro mío. Lentamente la saqué y sonó a un chupón. De nuevo y de forma pausada y lentita saboreaba los jugos del pico flaite. Sentía las venas de la callampa parada rozar mis labios. Me cabía apenas, pero la gozaba, varios minutos estuve así chupandole la pichula mientras le acariciaba los coquitos y le retorcía sus tetillas. En un momento saca las manos de su nuca y las pone en mi nuca, provocando presión en su pico. Yo me dejo llevar por su ritmo, me gusta. Le doy el placer de tener el control, de ser el machito dominante. Escucho agitada su respiración, lo veo agitado. Su pico roza con mi garganta, le siento la cabeza más grande, a punto de explosionar. No paro de chupar, apenas puedo respirar. Sigue más fuerte, trato de alejarme, pero me retiene la cabeza con su fuerza de hombre machito y mi nariz llega a chocar con sus pendejos ahogándome. Llego a llorar y a tener arcadas, le gusta parece tratarme así. Él sigue así, cada vez más rápido, lo veo venir, me presiona con más fuerza, sus piernas tiritan, su boquita abierta me deja ver esa lenguita chupadora, el flaite sigue así hasta que siento unos chorros de hombría llenando mi cavidad, tanta es la leche que no aguanto y me trago algo. Se siente como el primer trago luego de una sed tremenda. Pero él sigue con mi cabeza agarrada y presionándome contra su vientre, no me suelta, no quiere soltarme. Sigue con el moviento, con el sexy vaivén. Se llega a levantar del sillón, a levantar el potito redondito que tiene. La leche me copa todos los rincones de mi boca, lo siento rico, no puedo escaparme, me sale algo por la nariz, me ve así y suelta una risita pícara. Parece que eso quería. Me siento ahogado, sin poder salir de sus manos. Le gusta hacerme sufrir, quiere que me ahoge parece. Me gusta sentirme así, sometido por este flaitecito rico. Luego me suelta la cabeza. Me la suelta, y sus manos vuelven a su cabeza, a su nuca. Yo no paro, lo miro, le veo los ojitos achinados mirándome como no quieriendo creer lo que ven y como queriendo más. Mi boca no suelta el pico. Lo sigo chupando para no dejar ni rastro de su manjar marca flaite que me llenó la boca y la garganta. Le relamo el pico flaitongo que ya deja de ser el monstruo que me ahogó y baja lentamente sus revoluciones a un grosor un poquito menor. Se le ve brillante y aprovecho de chuparle los coquitos también, enredándome algunos pendejos en la lengua. Trato de subir por el ombligo para morderle las tetillas con picardía, pero el flaite me pone su mano en la cabeza y no me deja subir. Decepcionado, comprendo y me siento al lado de él, limpiándome la boca y la nariz con la mano sacándome los restos del dulce manjar de mi cara. La volaíta hermano, me dice sonriendo y soltando otra risa pícara y maldaosa. Lo miro apoyando mi cabeza en el sofa, exhausto y sonriéndole por esta fantasía cumplida. Lo veo levantarse, subirse el buzo, agarrarse la callampa y volverse a sentar. Agarra el control y sigue jugando. Yo agarro su chela y le doi un sorbito. Esta es vida hermanito, me dice mirándome con ojitos chinitos y pellizcándose los coquitos y haciendo una mueca con los labios. Solo río suavemente y sigo bebiendo mi chela. Solo hago eso y veo como un tipo lo acuchilla por atrás en la pantalla. Qué feliz quedé. Gracias San Flaitecito por fantasía cumplida.

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